Intervención del Mtro. Jorge Triana en sesión solemne

Intervención del Mtro. Jorge Triana en sesión solemne

Muy buenas tardes a todas y a todos.

Un gusto poder acompañarles el día de hoy en esta sesión.  Por supuesto, valoro mucho la invitación que se me hizo para dirigir estas palabras que me parecen relevantes en un momento por demás relevante.  Reconocer, por supuesto, el trabajo que han hecho tanto Mari Carmen como Julio César, y por supuesto la comisionada Enríquez que va a tener trabajo todavía por un rato más y, además, trabajo importante, relevante.

Me refiero un poco a la comisionada Nava, porque es quien tuvo a bien invitarme a este evento, porque me ha tocado constatar cómo inició, desde el proceso de selección como comisionada, que fue complejo, fue complicado en un órgano legislativo plural.

Por supuesto, su llegada, la conformación de su equipo, la forma como se dieron las cosas al interior, su trabajo que ha sido siempre constante, siempre vertical, siempre en defensa de la procuración de la transparencia, del escrutinio público independiente y plural, de la rendición de cuentas independiente y plural, del respeto a los datos personales de los ciudadanos y de las personas que habitan la Ciudad de México.

Y hoy estamos presentes en esta sesión que es peculiar, esta sesión de este Instituto, pero también estamos frente a una de las decisiones, me atrevería a decir, más obscuras que se han dado en la historia de nuestro país y también de nuestra ciudad: borrar al órgano que hacía posible que los ciudadanos vigilaran al poder de forma independiente.

No es un asunto menor, no es un asunto de cambio de chip, no es un asunto de acomodarse a las nuevas circunstancias, es algo bastante grave.

Independientemente de partidos políticos, de la coyuntura política no estamos discutiendo un simple trámite administrativo.  Hablamos de la demolición de un contrapeso que le pertenece a los ciudadanos y nada más a los ciudadanos, no al Estado.

La transparencia no es un adorno constitucional, ni una ocurrencia democrática.  Es la herramienta que evita que el gobierno se juzgue a sí mismo, que modifique sus propias cifras y sus propios datos, que esconda contratos y que oculte casos de corrupción.  Como ha sucedido en el pasado, pero como sigue sucediendo en el presente.

Si la transparencia no la procura un organismo autónomo, no es transparencia, es propaganda oficial.  Primero fue la mutilación del pleno del INAI, donde se dejaron descubiertos y abandonados los nombramientos de ciertos comisionados con el único objetivo de que no hubiera quórum para que se acumulara el trabajo y no se pudiera sesionar.  Después vino la lamentable desaparición de organismos constitucionales autónomos, por supuesto, incluido el INAI y los órganos reguladores.

Y lamentablemente esto trastoca a la Ciudad de México, y toca el turno del Info Ciudad de México, que ha hecho tan buen trabajo, tan equilibrado, tan vertical, tan cercano a los ciudadanos y que ha costado muchísimo, muchísimo esfuerzo sacarlo adelante.

No es una coincidencia lo que vemos, lamentablemente es un patrón porque un gobierno seguro de sí mismo abre ventanas, un gobierno inseguro cierra puertas y lamentablemente es justo lo que estamos viendo, el cerrar de puertas y no el abrir de ventanas.

Ningún gobierno puede ser auditor de su propio desempeño.  Ningún funcionario puede ser juez y parte en los casos donde investiga al propio gobierno.  En ninguna parte del mundo, por lo menos en ningún país del mundo que tiene un régimen democrático, podemos decir que esto sucede.

Subordinar la transparencia a un órgano centralizado, a la información a un apéndice del gobierno, es pedir permiso al poder para acceder a la información que pertenece de origen al ciudadano porque emana de sus impuestos, emana de su esfuerzo y se tiene que rendir cuentas de cada peso y cada centavo.  Un órgano desconcentrado jamás podrá garantizar lo que sí garantiza un órgano constitucionalmente autónomo: independencia, imparcialidad, profesionalismo y capacidad real.

Sin un órgano autónomo, las víctimas dejan de tener quien obligue al Estado a entregar expedientes.  Los periodistas pierden la herramienta más poderosa para llevar a cabo su trabajo.  Los ciudadanos se quedan con un gobierno que decide qué sí y qué no deben saber.  y ¿qué es un gobierno que decide lo que se puede saber y no? un gobierno que le tiene miedo a la gente.

Se le puede llamar reingeniería, se le puede llamar transformación institucional, simplificación administrativa o austeridad republicana, llámenle como quieran, pero todos los aquí presentes, todas y todos sabemos la verdad y no lo podemos ocultar.  Se están eliminando órganos de transparencia, de rendición de cuentas independientes, para que nadie vigile al gobierno.

La desaparición de este Instituto es un retroceso democrático, un golpe a la rendición de cuentas y una puerta abierta a la opacidad y al abuso, como sucedió en el pasado y como sigue sucediendo en el presente.

Un día este Instituto ya no estará, pero las consecuencias de este acto sí.  Podrán desaparecer instituciones quizá, pero no se va a poder desaparecer la exigencia de la verdad, ni la necesidad de que alguien vigile constantemente al poder.

El escrutinio público independiente volverá, no tengo la menor duda, porque cada vez que la historia lo ha intentado matar, la ciudadanía es quien se ha encargado de resucitarla.

Hoy dejamos constancia de algo simple, la ciudadanía no puede rendirse porque con opacidad no hay democracia, y sin democracia simplemente no tenemos país y no tenemos ciudad.  Por eso cobra especial valía el trabajo que estos comisionados han llevado a cabo porque contracorriente, a contrapelo lo han podido sacar adelante y es una pena que demos pasos hacia atrás.

¡Viva la transparencia!

¡Viva la rendición de cuentas!

¡Vivan los equilibrios y la pluralidad!

¡Viva la democracia!

Muchísimas gracias.

 

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